“La ausencia casi absoluta de mujeres compositoras en nuestro repertorio de piano, en mi caso, es un hecho que resulta tremendamente llamativo y que a la vez tenemos súper normalizado.”
La melillense de 22 años Sara Ahmed González, es titulada en la modalidad de piano en el Conservatorio Superior de Música de Málaga. Sara es profesora de piano en el Conservatorio Profesional de Música de Melilla, y su pasión por la música es algo que caracteriza a la joven. Con más de 15 años de experiencia musical, Sara Ahmed nos ha concedido esta entrevista para ahondar en los problemas de género existentes en el mundo de la música, así como para aportar una visión distinta de lo que es dedicarse a estudiar un instrumento durante casi una vida.
¿Cómo empezaste a interesarte por la música?
La verdad es que no te sabría decir, no recuerdo mi vida antes de la música. Mi hermana ya estudiaba en el conservatorio cuando nací, y mis padres intentaron que mi hermano hiciera lo mismo pero no fructificó. Mis padres fueron los verdaderos interesados, así que podría decir que me inculcaron ese amor por la música, por el arte, por el teatro y la cultura en general. Todo esto es quizás para mí lo más valioso que he podido heredar de ellos.
¿Qué estudios musicales tienes?
Empecé a estudiar música con 7 años, en la escuela de música de Melilla. Al año siguiente entré al conservatorio. Muy poca gente conoce el sacrificio que conlleva empezar una carrera tan disciplinaria siendo tan pequeño. Tienes que ir al colegio por la mañana y al conservatorio, que es como otro colegio, por la tarde. Hay que renunciar a mil cosas porque no tienes tiempo. Cuando haces el Superior (que equivale a cualquier Grado Universitario) dan igual las horas que le dediques al instrumento porque nunca pero nunca será suficiente. Ahora puedo decir orgullosa que me gradué hace 3 meses en el Conservatorio Superior de Música de Málaga, y sinceramente creo que ha podido ser la mayor hazaña de mi vida.
¿Qué significa para ti la música? ¿De qué manera ha condicionado tu vida?
La música para mi es un montón de recuerdos, son los mejores momentos de mi vida y los peores, la máxima realización y la mayor frustración. Tengo demasiados sentimientos contradictorios… como una especie de amor-odio por todos los traumas y todas las satisfacciones que me ha dado paralelamente. Creo que me ha condicionado hasta tal punto que algunos de mis mayores defectos y virtudes se los debo a ella. La disciplina, el perfeccionismo maniático y la frustración por no alcanzarlo nunca, la sensibilidad, la empatía… son lecciones que me ha dado la música.
¿Cómo supiste que querías estudiar en un conservatorio? ¿Siempre has tenido claro que querías estudiar allí?
Si te digo la verdad, nunca he sabido al 100% que quería estudiar en un conservatorio, y es algo que te planteas incluso después de graduarte tras 15 años. Es algo que normalmente empiezas, como te comentaba antes, por una primera decisión de tus padres. Lo que decides tú personalmente es si realmente quieres continuar, sabiendo lo que supone. Te encuentras dubitativo con esta cuestión constantemente porque los momentos de bajón y de creer que no tienes energía para seguir son demasiado frecuentes.
¿Has pensado alguna vez en ser compositora?
Sí, claro. Pero como también me he planteado hacer dirección de orquesta, arte dramático y mil cosas más. Al final el que es artista necesita expresar y la vía no siempre puede ser la misma. A veces necesitas ir más allá. Yo amo la interpretación, y estoy aprendiendo todo lo que puedo e incluso trabajando puntualmente como actriz. Es algo con lo que disfruto muchísimo, y creo que siempre será un proyecto a corto y largo plazo. Componer no es algo que haya materializado aún, le tengo mucho respeto al mundo de la composición quizá por todo lo que llevo estudiado. Es cierto que he compuesto alguna obra, pero no de manera seria, así que no creo que vaya a ver la luz de momento.
¿Crees que existen prejuicios acerca del estudio musical?
Muchísimos. He escuchado muchas más veces de las que me gustaría eso de “¿Y aparte de la música, ¿qué estudias?” Tengo amigos que han compaginado el conservatorio con alguna ingeniería, filología o incluso bioquímica; al final todos coinciden en que ninguna les suponía tantísimo esfuerzo y dedicación como estudiar en el conservatorio. Es una pena, pero en España los músicos estamos muy poco valorados, de corazón pienso que nadie se imagina lo sacrificada que es esta carrera.
¿Tienes algún referente u ídolo al que admiras?
Referentes tengo muchísimos, todos los artistas que me inspiran, que me hacen sentir cosas. También sigo a muchas personas que no son artistas pero que te transmiten sensaciones como si lo fueran. Recuerdo que hace unos años escuchaba unos podcasts de Radio Clásica que me fascinaban. Eran del programa “Jazz porque sí” de Juan Claudio Cifuentes. Esa voz transmitía tantísimo amor por el Jazz que te teletransportaba a otro universo. Tuve la oportunidad de conocerle en sus últimas Jornadas de Jazz de la UNED de Melilla, dos semanas después falleció. Por otro lado, dentro del mundo artístico tengo una variedad enorme de fuentes de inspiración. Almodóvar, Nathy Peluso, Maria Joäo Pires, Rocío Jurado, Brad Mehldau, Candela Peña, Lorca y un largo etcétera.
¿Cómo es estudiar en un conservatorio siendo mujer? ¿Has notado algún tipo de discriminación por parte de tus profesores por cuestiones de sexo?
Pues podría decir que es igual que hacerlo siendo hombre, porque muchas veces no somos conscientes de todo lo que subyace en el sistema educativo en general, y en el musical en particular. La ausencia casi absoluta de mujeres compositoras en nuestro repertorio de piano, en mi caso, es un hecho que resulta tremendamente llamativo y que a la vez tenemos súper normalizado. Este tema da para mucho, pero lo fundamental es que tendríamos que hacer más por integrar parte de todo ese repertorio olvidado que existe y que además es de una calidad excepcional. Una vez le sugerí a un profesor tocar una obra de una mujer compositora y me dijo que habría que ver si estaba al nivel y si tenía suficiente calidad compositiva… A pesar de todo lo entendí. Entendí que tuviera esa concepción porque es más fácil perpetuar todo lo que llevamos años asimilando a romper con todo y tener la iniciativa de descubrir e integrar el trabajo de tantas mujeres silenciadas durante siglos. Definitivamente si continúo en un futuro en la labor de docente será para aportar mi granito de arena hacia una educación más igualitaria y no para ser cómplice de las carencias del sistema.
¿Crees que compañeros tuyos de la carrera te han podido llegar a subestimar por ser mujer?
No he vivenciado por parte de compañeros gestos de discriminación machista. Al contrario, guardo un muy buen recuerdo de la mayoría de ellos dentro y fuera del conservatorio. A los 14 años empecé a tocar con Armando Pelayo y su orquesta de músicos en distintos espectáculos. Yo era la única menor y la única mujer en una banda de hombres veteranos, siempre me sentí una más. Aunque con la excepción de que eran mis primeros bolos y era inexperta.
Háblame sobre la cuestión de las piezas musicales escritas por y para hombres y cómo afecta esto a la carrera musical de una mujer, así como a la salud física.
El mundo de la música es machista, pero no le echemos la culpa a la música. Lo es porque el mundo en general lo ha sido siempre, y aunque se ha mejorado mucho, aún queda trabajo por hacer. Yo cuando tenía un concierto me moría de la inseguridad, y después de todos y cada uno de ellos volvía a casa llorando. No fallaba. No estoy al tanto de estudios de género sobre el miedo escénico, pero por experiencia personal creo que afecta con diferencia a las mujeres mucho más que a los hombres. Normalmente no nos fijamos tanto en cómo va un niño vestido, en cómo lleva el pelo, en lo atrevido o recatado que es. Las mujeres estamos mucho más expuestas a la crítica social y eso afecta a todo el arte en general, y por supuesto al mundo de la música.
¿Cómo ha afectado la crisis sanitaria del COVID en tu carrera musical?
El COVID llegó a nuestras vidas en mi último año de carrera. Si de por sí estaba siendo un año duro, el transcurso de la pandemia lo complicó mucho más. Dar clases online de piano es ciencia ficción con los recursos que tenemos en el Conservatorio y casi que en cualquier centro público musical en este país. La educación musical en España está totalmente abandonada, al igual que el resto de las disciplinas artísticas. Es una pena que habiendo tanto talento como hay en este país no se invierta en una enseñanza de calidad, porque los grandes talentos acaban huyendo de los Conservatorios. Un ejemplo de esto es el gran Juan Pérez Floristán, que fue recientemente galardonado en la “Arthur Rubinstein Piano Competition”, uno de los certámenes más prestigiosos del mundo.